La mente es la fuente de nuestro estrés

Solo una pequeña porción de nuestra conciencia, pero vital: es la parte que da significado a nuestra información sensorial. Estas interpretaciones se moldean tanto por lo que nos enseñan como por nuestras decisiones internas.

Sostenemos que la mente despierta en el dominio neocortical entre los 28 meses y los cuatro años de edad, cuando el niño comienza a combinar la conciencia de secuenciación con la percepción de causa y efecto. Durante este periodo, marcado como el «terrible de dos», los eventos emocionales tienen un fuerte impacto pero sin una atribución clara de causa.

A medida que el niño adquiere habilidades para navegar el mundo, como la percepción del tiempo y del espacio, comienza a predecir las secuencias de causa y efecto. La mente entonces trabaja para retroactivamente atribuir causalidad a eventos pasados, basándose en sus nuevas habilidades cognitivas.

Este proceso, biológicamente arraigado en nuestra evolución, puede llevarnos a reaccionar ante estímulos pasados como si fueran amenazas actuales. Esto genera estrés y nos impide experimentar plenamente el presente.

La mente no procesa datos sensoriales

La mente no procesa datos sensoriales, sino que predice y anticipa, basándose en modelos mentales del mundo. Estos modelos influyen en nuestro comportamiento y emociones, limitando nuestra capacidad de explorar y experimentar en el presente.

La mente también activa el sistema nervioso simpático y neurotransmisores relacionados con el estrés, manteniéndonos en un estado de alerta constante. Esto se traduce en una sensación de estar atrapados por nuestras circunstancias y tener pocas opciones reales.

En resumen, la mente no es la totalidad de nuestra conciencia; es más bien un guardián que limita nuestro potencial. Al comprender esto, podemos liberarnos para explorar nuevas posibilidades que mejoren nuestras vidas.

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